La fascinante historia de La dama del armiño

Leonardo Da Vinci fue un artista sin precedentes, incluso en nuestra época sus pinturas siguen teniendo eco y sus ideas dieron la pauta para artefactos del presente. Alrededor de Da Vinci se teje un halo de misterio sobre el origen e inspiración de sus obras. Principalmente sobre sus retratos, de ahí que su cuadro más famoso sea La Gioconda o La Mona Lisa (1503-1507). Pero existe otro retrato con una historia fascinante: La dama del armiño.

¿Quién es La dama del armiño?

Durante el Renacimiento, los artistas solían pintar por encargo de los integrantes de la nobleza. Por lo que, cuando Da Vinci llegó a Milán, a la edad de 30 años (en 1482), recibió uno de sus primeros encargos por parte del Duque de Milán Ludovico Sforza, quien posteriormente se convertiría en su protector.

La encomienda fue un retrato de Cecilia Gallerani, quien pertenecía a la clase media letrada de la época, tenía gusto por la literatura, componía poemas, hablaba latín y griego. Además, participaba en las tertulias intelectuales de la corte.

Cecilia estuvo a punto de casarse con Giovanní Stefano Visconti, descendiente de la clase gobernante. Pero al no concretarse la boda, Cecilia fue cortejada por Ludovico Sforza, quien la llevó a vivir a los aposentos del Castillo Sforzesco, a la edad de 15 años. Posteriormente, Cecilia esperaría un hijo del duque.

Sin embargo, al mismo tiempo, el duque estaba comprometido con Beatriz de Este (quien también tenía 15 años), integrante de una de las dinastías más nobles de Italia, motivo de su compromiso nupcial. Al final, la boda con Beatriz se llevó a cabo y Cecilia Gallerani tendría al hijo de Sforza, al que llamó Cesare. Pero Sforza arregló que Cecilia se casará con el conde Carminati de Brambilla y así se convertiría en un mecenas de las letras.

¿Por qué es del armiño?

El duque Ludovico Sforza le solicitó un retrato a Da Vinci de Cecilia Gallerati, durante el tiempo de su relación, al cabo de 1489. Quien era considerada como una musa por su inteligencia y presencia.

La obra está pintada al óleo sobre madera de nogal y sus dimensiones son de 54.7 cm por 40.3 cm. Por la postura y composición, es considerada innovadora para su época, puesto que lo habitual era que los retratos fueran pintados de perfil. Pero, Da Vinci pintaría a Cecilia en tres cuartos. En este retrato se pueden observar efectos característicos de las obras de Da Vinci: los ojos que reflejan “pensamientos”, una sonrisa enigmática y posturas que denotan movimiento. Es en este retrato donde se puede ver un adelanto de la sonrisa enigmática de Mona Lisa.

Cecilia sostiene un armiño, un mamifero de la familia de los mustélidos que principalmente habita en Europa. El armiño en color blanco simbolizaba la pureza. Los armiños suelen ser carnívoros y son animales solitarios y territoriales. Da Vinci agregó un armiño al retrato con toda intención, puesto que Ludovico recibió la Orden del Armiño, por el rey de Nápoles. Asimismo, el origen de la palabra armiño se relaciona al apellido Gallerani. No cabe duda, a Da Vinci le gustaba el juego de referencias. Por este elemento, Cecilia Gallerati es conocida como La dama del armiño.

En el retrato se puede observar que tanto Cecilia como el armiño son distraídos por algún elemento al exterior del cuadro; por lo que su mirada esta dirigida a esa cosa o persona. Algunos especialistas aseguran que observan a Ludovico Sforza.

Cuanto más miramos la obra, más detalles vamos descubriendo, tanto en la expresión de Cecilia, como en su vestimenta y accesorios que acompañan a la modelo. Incluso se puede apreciar la tensión de los músculos del armiño.

El retrato fue un suceso en su época, que hasta lo celebraron con un soneto. Hoy “La dama del armiño” es considerado el primer retrato moderno.

Pero no todo fue sencillo para la obra, puesto que su conservación vivió momentos de incertidumbre.

El recorrido de La dama del armiño

Tras consumarse el matrimonio de Ludovico y Beatriz, Cecilia tuvo que abandonar el castillo Sforzesco, llevandose consigo el retrato. El cual mantuvo con ella hasta su muerte, en 1536. Posteriormente, no se supo del retrato hasta 1798 cuando fue comprado por el príncipe polaco Adam Jerzy Czartoryski, como un regalo para su mamá Izabela Czartoryska.

Mas adelante, la obra fue integrada a la colección del Templo de la Memoria (instaurada por la familia Czartoryski), donde se exponían obras de Rembrandt, Rafael, entre otros.

La obra perduró a diversos conflictos bélicos, como la insurrección polaca contra Rusia en 1830. Durante la Primera Guerra Mundial, el retrato fue protegido en Dresder y posteriormente regresado a Polonia.

Para la Segunda Guerra Mundial, la obra fue descubierta por el ejercito Nazi y confiscada para el proyecto del fallido museo de Hitler en Alemania. Posteriormente, durante la Polonia socialista, quisieron quitarle la posesión del cuadro a la familia Czartoryski, pero finalmente fue devuelto.

En 2014, el retrato volvió a ser noticia debido a que la empresa de investigación de arte Lumière Technology, mediante la técnica de luz reflectante, encontró que el armiño no siempre formó parte del cuadro, sino que fue sumado posteriormente.

Fuente: historia.nationalgeographic.com

Dos años después. tras un acuerdo entre la Fundación Czartoryski y el Estado de Polonia, el Ministerio de Cultura logró adquirir toda la colección Czartoryski, la cual comprende a La dama del armiño, por lo que actualmente es exhibida en el Museo Nacional de Cracovia. El fin de su recorrido.

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